El relato imposible. Sobre cómo habitar la tormenta.

wladymirTexto para la exposición «Sobre cómo habitar la tormenta», del artista visual Wladymir Barnechea. Galería La Esmeralda, Centro Nacional de las Artes. Febrero de 2015, México D.F.

Los lugares viven bajo la constante amenaza de la presencia humana. Se trata de una latencia sensible que anuncia a viva voz la distorsión final del tiempo que el vacío dibuja en ellos. Que en cualquier momento aparece alguien, algo, que despeja ese horizonte quieto.

Pero no hay presencia alguna. El abandono se estructura, firme, entre las formas, desde el paisaje a la economía total de la esquina monocromática, instalando invariablemente la necesidad de una pista extra, un dato regalado que nos muestre el camino de salida. ¿O es que acabamos de entrar?

Lo que aquí vemos es una propuesta directa. Un plan secreto para vivir bajo los restos de esta quietud insoportable. Y la propuesta, a la vez, es un manifiesto indiscreto. La arquitectura de la fuga es de ayer, de antes de ayer, y se tuerce indistintamente frente al movimiento, la pintura: precisamente, el rastro de la única humanidad de la escena.

Pero queda un problema: el de la estrategia. Entrada y salida se articulan en estas pinturas como un loop infinito, un neón incoloro o un horizonte ardiente, da igual, el gesto es al final lo único visible y, a propósito de plan de fuga, cada forma se rinde ante este destino que es material e imaginario a la vez. Y es que es tal vez la memoria la que ha decidido volverse frágil, dejando una pista a punto de desaparecer y en su lugar el artista ha puesto un peso ineludible que construye un relato imposible, sin futuro y casi sin pasado, que roza la pérdida propia de lo abstracto con economía formal engañosa, burlesca, desolada. El relato que no funda nada, narrativas instantáneas que el clásico duelo obra/espectador cree falsamente como propia. Es la tormenta que viene y que amenaza la lectura reposada que esperamos se despliegue cómoda antes nuestros ojos.

Un espacio vacío es en sí mismo la violencia total del silencio. Despojado de su historia se convierte en posible puro como si ahí se jugara su última opción de registro. Va a pasar, ahora, aquí, en esta imagen, en esta sala, en esta ciudad.

Después, los efectos de ese desgarro que pasa como si nunca nadie lo hubiese visto.

Paula Arrieta G.

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