Sala de Carga Galería de Arte Contemporáneo – Santiago de Chile, Septiembre 2012.
Esta instalación consta de dos partes. La primera corresponde a una serie de cuadros impresos con diferentes textos cuyo factor común es repetir las palabras “Huenante Huenanate”. A través de ellos, se da un contexto poético para la desaparición de José Huenante Huenante, basando cada texto en datos como la fecha de su desaparición, el paso del tiempo y el desgaste del recuerdo.
Junto a estos cuadro se ubica una resma de aproximadamente 300 hojas impresas en blanco y negro, tamaño tabloide, con la imagen de José Huenante. Estas hojas pueden ser sacadas por el público asistente, una a una. La impresión de la hoja superior es apenas visible, impresa en un gris muy claro. Las hojas siguientes van aumentando el valor de ese gris, hasta llegar a una impresión en negro, y por lo tanto la más visible, en la última hoja.
El 3 de septiembre de 2005, Carabineros de Chile detuvo en la población de Mirasol, en Puerto Montt, a José Huenante Huenante, de 16 años. Esa noche fue subido a un automóvil policial y desde entonces se desconoce su paradero.
Este caso, aún sin esclarecer, es considerado por algunos organismos de Derechos Humanos como el primero de un Detenido Desaparecido en democracia. Luego de encontrarse adulteraciones de los papeles policiales, fueron dados de bajas 3 funcionarios de Carabineros, que posteriormente fueron reincorporados a la institución por considerarse dichas contradicciones sólo de carácter administrativo.
Esta obra, cuyo título hace alusión a la fecha de desaparición de José Huenante, busca articularse como una estrategia simbólica de memoria. Mientras los cuadros apuntan a una repetición de agotamiento en el lenguaje y al paso inevitable del tiempo, la acción de los asistentes de sacar una a una las hojas impresas de la resma va haciendo aparecer la imagen del niño.
Los preceptos de la obra son bastante simples: El paso del tiempo como factor infalible del desgaste de la memoria (“La mamá de José, Cecilia Huenante, dice que la culpa la tiene el tiempo, por eso la gente no recuerda. Hay varias cosas que incluso ella ha olvidado de su hijo: su comida favorita o la música que escuchaba.”, La Nación, 22 de Marzo de 2009) puede ser contrarrestado con la acción humana conciente, inquieta y conmovida. La voluntad de verdad y de justicia sólo puede responder a un ejercicio de conciencia permanente —aunque sea, como en este caso, de tipo simbólico—.Estas pequeñas operaciones de la propuesta tienen dos objetivos fundamentales: el primero es llevar una vez más a la luz pública este hecho desconocido por muchos; el segundo, es establecer la acción de los asistentes como un elemento fundamental de su símbolo total, permitiéndoles apropiarse de estos hechos y de la responsabilidad que ante ellos tenemos.